Mérida fue fundada en la
parte septentrional de la Península de Yucatánsobre los
vestigios de un antiguo asentamiento maya conocido en la región como Ichcaanziho,
cuyo significado es "cinco cerros". Con el tiempo cambió su nombre por el de T'ho
y finalmente adoptó el de Mérida, debido a que las antiguas edificaciones mayas
produjeron una fuerte impresión en los conquistadores, especialmente en Francisco de
Montejo, a quien le recordaba las ruinas romanas que se conservan en la . El 6 de enero de 1542
Mérida quedó formalmente fundada por don Francisco de Montejo "el Mozo", quien
la dedicó a Nuestra Señora de la Encarnación, registrándose además en el acto de su
erección como villa, a 70 familias españolas y 300 naturales como habitantes fundadores.
El asentamiento hispano recibió el título de "muy
noble y leal ciudad", junto con su escudo de armas, el 13 de julio de 1618 por
Cédula firmada por el rey Felipe II. El desarrollo urbano de la primitiva ciudad
respondía a los dictados de la época, bajo un esquema cuadrangular con calles y manzanas
trazadas a la manera de un tablero de ajedrez. Se ha dicho que uno de los primeros
regidores fue quien la ejecutó, seguramente siguiendo un plano
proporcionado por su fundador Francisco de Montejo, quien por el nombramiento de su padre
reservó para su familia un gran terreno al sur de la plaza mayor, para la construcción
de su residencia.
Hacia los cuatro puntos cardinales de la citada
plaza, la población quedaría dividida finalmente en cuatro secciones con sus barrios,
mismos que además contaban con sus santos patronos, de tal forma que al sur queda San
Sebastián, al poniente Santiago y Santa Catarina (hoy parque Centenario), al oriente San Cristóbal y al norte
Santa Lucía y Santa
Ana. Prácticamente esta disposición determinaba de forma muy clara los barrios
considerados de "extramuros" para los habitantes indígenas, mientras que el
centro de la ciudad se reservaba para los colonos españoles.
El desarrollo
arquitectónico se vio rápidamente incrementado, principalmente por edificios religiosos erigidos por los evangelizadores, quienes
construyeron ermitas, capillas, conventos y templos, la mayoría orientados hacia el
poniente y dispuestos frente a hermosas plazas que en ocasiones funcionaron como atrios.
Mérida es una ciudad que se caracteriza por su
arquitectura modesta y sencilla pero sobre todo es reconocida por sus materiales
constructivos propios de la región que la hacen verse como una gran mole blanquecina que
resalta aún más la iluminación del sol, aspecto que le ha valido el sobrenombre de
Ciudad Blanca. Se ha pensado también que aquella modesta sencillez que viste a Mérida,
se debe en buena medida a varios factores, entre los que se cuentan la influencia de los
franciscanos, la exigua estructura urbana con calles estrechas y la remembranza de algunos antiguos pueblos castellanos andaluces en la
memoria de quienes lo construyeron.
De cualquier forma, muchos de los edificios han conservado
su aspecto original, con vestigios de estilos enriquecedores como el barro, churrigueresco
neoclásico. Todos con un interesante desarrollo que denota un particular estilo regional,
aunque algunos otros fueron afectados por el estilo afrancesado que imperó en México
durante siglo pasado.
En cada uno de las edificaciones, que podrían ser consideradas monumentos, se percibe
paso a paso la historia de la Muy Leal Ciudad de Mérida. Si viene a visitarnos, no le
quedará duda alguna de la belleza de nuestro Estado.